La Sal fue la protagonista de este día. Un elemento sutil, delicado, con gran pureza y con gran potencialidad para ser jugado.
Un material que invita a infinidad de exploraciones a nivel sensorial y corporal; que ofrece la vivencia de sensaciones nuevas e inesperadas.
Además, la sal se convierte en un perfecto elemento de juego al ser un material muy abierto a la alteración y la transformación que da rienda suelta a la expresión libre, a la invención y la creatividad; a la fantasía y la imaginación.
Así, la montaña de sal que encontraron sus ojos curiosos fue conectando con sus necesidades internas y se fue llenando de acciones desde la libertad de iniciativa.
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Su cuerpo tuvo mucho que contar. Experimentaron como la sal se deslizaba por sus brazos, por sus piernas, por los dedos de sus manos y sus pies que quedaron cubiertos, aparecían y desaparecían en aquellos pequeños montículos que construyeron sintiendo el placer de amontonar.
Caminar y saltar sobre ella, lanzarla al aire y observar como caía; deslizar sus manos, sus pies y su cuerpo por la superficie observando los trazos, las huellas, las formas y las creaciones que iban quedando a su paso a través de su movimiento.
Un escenario donde los momentos de concentración, de atención, de silencio y relajación se emparejaron con los momentos de juego expansivo donde no faltaron las risas y las expresiones de goce, sorpresa y alegría. Un espacio para expresar todo su ser donde la sal fue contenedora y canalizadora de todo su mundo emocional interno.
Y, conforme el juego fue evolucionando, nuestra mirada atenta fue observando como aquel espacio lleno de sencillez se fue transformando con la luz, los colores; con sus acciones y relaciones con el material dispuesto. Toda su expresión dio lugar a una complejidad muy interesante.