Una de las mayores preocupaciones en la crianza es el futuro. Nuestros pensamientos viajan a través del tiempo y proyectamos nuestro hijo o hija del futuro: qué clase de persona será, qué le deparará la vida o cómo se desenvolverá en los estudios, son algunos de los interrogantes que nos vienen a la mente cuando pensamos en el mañana de nuestras criaturas.
Naturalmente que nos inquieta todo lo que está por llegar, más aún, tratándose de la vida de nuestras personas más importantes.
Ocupémonos del momento presente
Precisamente por eso, porque son lo más importante que tenemos, deberíamos parar y repensar sobre esto. Andamos con la preocupación por ese futuro del que nadie sabe nada, mientras el presente va pasando.
Ocupémonos del momento presente, de nuestros hijos e hijas del presente: con sus edades, necesidades o deseos actuales. Ese/a adolescente que tanto nos preocupa: ni nos necesita, ahora mismo, ni existe. Quien sí existe, y vaya si nos lo hace saber, es esa criatura con la que convivimos a diario.
La cara amable del confinamiento es contar con un tiempo extra para ocuparnos del presente y disfrutar de nuestros hijos e hijas. Llevamos muchos días en casa y es momento de respirar y ordenar pensamientos.
Sí, esto nos sobrepasa: encierro, situación laboral inquietante, “crianza extrema” y así una lista interminable de sinsabores.
Sí, hay que darle mayor importancia a lo más importante.
Toca reconectar con uno/a mismo/a y establecer prioridades.
¿Qué entiendo por ocuparme de nuestro presente familiar?
- Observar(me) y escuchar(me). Qué nos está pasando, cómo lo estamos viviendo, qué necesitamos, …
- Estar disponibles para acoger TODAS las emociones que surjan sin juzgar ni censurar.
- Disfrutar de tiempo para hacer algo en familia: hablar, leer cuentos, ver una película, cocinar y, por supuesto, jugar.
- Rebajar expectativas y renunciar al control. Esto último siempre. Acompañar a nuestros hijos/as es opuesto a controlarles
- Dar seguridad en el plano físico y emocional.
- Agradecer siempre. Agradecer nos humaniza y hace más conscientes. Estamos bien y en casa. No se me ocurre un lugar mejor para este aislamiento que en casa con mi familia.
Se trata de mantener una relación lo más armoniosa posible (con sus risas, gritos y enfados), esforzándonos porque así sea y para eso tenemos que colocar los cuidados en el primer puesto de la lista de tareas.
Cuidar y cuidarnos es una obligación y un acto de amor hacia nuestros hijos/as. Ser niño/a acompañado/a desde la seguridad, el respeto y la escucha es el equipaje con el que contará ese/a adolescente del futuro cuando llegue el momento y le toque enfrentarse a sus propios interrogantes.