El poder del NO

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NO, una palabra tan pequeña y que encierra tanto significado.

El no aflora con fuerza a partir del año y medio de vida, aproximadamente. Hasta ese momento, el bebé se siente en fusión con la madre o figura maternante, en una díada en la que ambos son un todo.

Precisamente, el no aparece en un momento en el que el bebé comienza a desarrollar esa diferenciación de la madre. Un no que significa “yo no soy tú”, “yo me diferencio de ti” y es a partir de esa negación a la adulta cuando se está autoafirmando.

Decirte no a ti, adulta, es decirse sí a si mismo/a.

En esa búsqueda de quién es, aparece una petición constante para reclamar lo que le pertenece, no es más que saberse capaz, competente y tomar cierto control sobre su vida.

Por este motivo el rotundo no, se acompaña de “yo quiero” o “yo sola”.

¿Se da espacio al NO de las criaturas? ¿Cómo reaccionamos los adultos ante él?

Permitiendo que ese no se exprese, también doy permiso a que desarrolle su individualidad y capacidad de decidir y hacer por sí misma. Y aquí estamos hablando de que contribuye en la construcción de su identidad, responsabilidad y autoestima.

Si utilizásemos la metáfora del iceberg, el NO sería la zona visible dejando oculta una parte muy potente: autoconocimiento, aceptación, identidad, sentirse mirada, vínculo, autoestima.

Si se practica el no desde la infancia, si es atendido y sostenido (aunque no siempre se puedan satisfacer sus deseos) se incorporará al vocabulario cotidiano. Si cada vez que el niño se opone a una petición de la adulta, esta reacciona enfadada incluso castigando y amenazando, ¿qué fuerza y lugar tendrá esa palabra con todo lo que implica en el desarrollo de la criatura?

La infancia demanda su parcela de poder y pide que se respete su no, al igual que los adultos defienden el suyo.

Jesper Juul, en su libro ¡Aquí estoy!, ¿tú quién eres?, habla de la necesidad de que las madres y padres renuncien a una parte de su poder, “renunciar al antiguo mandato para dejar que cada miembro de la familia asuma su parte de responsabilidad”.

¿Cómo sostener esa oposición?

  • Renunciando a parte del poder y aceptando que se niegue a alguna cosa: compartir un juguete, vestirse o cualquier petición adulta. Sabiendo que tiene una importante finalidad, miraremos el no desde otro lugar.
  • Revisando los límites adultos y reflexionando en qué momentos realmente podemos ceder a sus deseos, sin que nos suponga un problema.
  • Gestionando los tiempos para poder contemplar su no en determinados momentos. Aunque resulta difícil en la espiral de prisa adulta, pararse a revisar esto bien merece el esfuerzo.
  • Evitando tomarlo como algo personal. Te dice no a ti, adulta, para decirse sí a él o ella.
  • Jugando con el no. Se puede dramatizar la escena en la que no quiere vestirse y jugar a perseguirle. Una vez jugado se vuelve a la necesidad real de vestir.

“Solo cuando nos permitamos decir no en nuestra familia, podremos evitar que esa necesidad se convierta en deber y el amor en obligación”.

Jesper Juul

En edades posteriores, sobre todo de cara a la adolescencia, esperamos que sepan tomar decisiones, que defiendan e impongan su no cuando así lo consideren, que asuman responsabilidades, respeten y se hagan respetar. Siendo tan valorado en el futuro…

¿Qué pasará si le damos cabida al NO desde los primeros años de vida?

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